«Nos encontramos -dijeron- ante un escenario en donde la subejecución, admitida livianamente por el mismo presidente del Incaa, Ralph Haiek, en el Congreso, tiene como consecuencia una parálisis» de la actividad.
Esa «parálisis» repercute, según añadieron, «en la producción, en los puestos laborales y en la pérdida de acuerdos de coproducción que ponen en riesgo la concreción de proyectos ya aprobados».
«A esto se le suman los despidos en el Incaa, a pesar de que Haiek haya prometido que ‘no será el presidente del ajuste’. Esto es un eslabón más en el plan de vaciamiento al sector, la consecuencia lógica de un proyecto para el cine nacional que implica reducir la cantidad de películas producidas. Porque achicar la planta del Incaa es achicar el cine argentino», aseguraron.
Los asambleístas indicaron que, «como si lo anterior fuera poco, anticipado por Haiek a diferentes actores del sector audiovisual, se plantea una posible instrumentación para tercerizar los créditos a entidades financieras por fuera de la órbita del Incaa. Esto agrava definitivamente la situación del fomento a nuestro cine que, lejos de regirse por la dinámica de mercado, debe sostenerse mediante incentivos estatales que le permitan desarrollarse».
Y señalaron que «el cine no sólo construye nuestra cultura, nuestra identidad sino que sostiene miles de fuentes de trabajo de personas que se han especializado a lo largo de toda su vida».
«Para finalizar esta rueda de avasallamiento al cine argentino, el inminente cierre de la sala CINE.AR ArteCinema atenta también contra otro de los puntos débiles de nuestra cinematografía: la exhibición. Lejos de cerrar las salas, creemos que se deben abrir nuevas y rediscutir los términos de la exhibición de cine nacional con una cuota de pantalla acorde a la producción actual y con incentivos para la distribución de cine nacional, para largos y cortometrajes».
Fuente. Télam