Martina (Antonella Costa) es cantante pop y se gana la vida con su arte, aunque sus mejores tiempos como artista hayan quedado atrás, pero su manager mantiene viva la carrera de Martina casi a pesar de ella. Si la vida artística de la protagonista claudica, la personal está atada a un padre en coma, cuya atención le come todos los ahorros, y una falta de deseo sexual que a esta altura Martina considera crónica y acaso justa. Una mañana después de una actuación particularmente conflictiva, se escapa su mascota, una gata que ella trata de hacer esterilizar con un veterinario, aparece una chica chilena que le dice que es fan de ella pero que además es su hermana y que necesita hacerse el ADN para comprobar si tienen el mismo padre. Martina no entra demasiado en el juego de la chica, pero le alcanza con tener un mínimo roce con el novio de su fan para sentir lo que hacía años no sentía, deseo sexual.
Así que aparece otra característica de la protagonista, dejarse llevar por lo que sus hormonas o su deseo sexual le dicta, y se larga Martina a seducir al “pololo” de su posible hermana. así es como la cantante termina viajando a Santiago de Chile sólo para continuar su romance o encuentro sexual. Es decir, para llevar adelante un romance o lo que fuera que sea eso que se volvió a despertar dentro de ella. Ya lanzada a la aventura Martina acepta hacerse el ADN para comprobar si realmente son hermanas para la perturbada y suicida fan de más allá de la cordillera.