“Esta casa hace que el castillo de Drácula parezca un té en la vicaría”, dice uno de los familiares que se ha reunido para escuchar la lectura del testamento de un pariente lejano. Es Mel Brooks y Agatha Christie en la coproducción de Told By An Idiot en el Minerva Theatre de Chichester, y marca la producción final de la temporada de festivales de 2024. Los truenos, los gritos penetrantes y muchas risas crean un gran final de temporada.
John Willard El gato y el canario bien puede presumir de ser uno de los primeros del género house espeluznante, reuniendo misteriosamente a sus víctimas en una noche oscura y tormentosa. Por supuesto, ha habido muchas otras desde su estreno en Broadway en 1922, y ha habido múltiples adaptaciones teatrales y cinematográficas de ésta en particular. Bob Hope protagonizó lo que fue su tercera aparición en la pantalla grande en 1939, luego de sus inicios en el cine mudo. Una versión de película B ridículamente alta causó sensación en 1979 con el difunto gran Honor Blackman entre su elenco británico.
La adaptación de Carl Grose intensifica la comedia macabra, mientras que el director Paul Hunter intensifica el absurdo. Un conjunto de nueve enérgicos y físicamente ilimitados se divierten sin pedir disculpas mientras cuentan la melodramática historia de Cyrus West. El rico y excéntrico murió unos 20 años antes, pero hizo esperar a sus descendientes para saber quién heredará su patrimonio. Sólo si el descendiente ha muerto o si hay algún “trastorno mental” la herencia pasará a una segunda opción. De ahí depende la trama, que sopla ligeramente en la tormenta en Bodmin Moor, casi tan ligera como el canario del título.

Sin embargo, eso no quiere decir que esto no sea inmensamente divertido. Hunter, también director artístico de Told By An Idiot, es un maestro del cómic y del sinsentido físico. Crea brillantemente atmósfera y absurdo a partir de muy poco. La escenografía de Angela Davies es funcional y efectiva, aunque no completamente elaborada en escala, pero una buena combinación de proyección (Leah Bierman), títeres (Lyndie Wright) e iluminación (Aideen Malone) contribuyen muy bien a la narración sin ser abusadas.
Una actuación cómica magistral de Nick Haverson es lo más destacado de la noche. Interpretando varios personajes diferentes, domina el escenario con su interpretación ridículamente exagerada, todo ayudado con el uso de una barba postiza que no siempre está donde debería estar. Hayley Carmichael es una dedicada sirvienta del difunto que siente el mal en el aire con una entrega hilarantemente pesimista que demuestra que no toda la comedia tiene que ser grande.
Annabelle, de Lucy McCormick, hace contorsiones nerviosas mientras el miedo al “maníaco omniicida” fugitivo aterroriza a la reunión. El agradable pero oscuro Paul de Calum Finlay y el engreído Charlie de Will Merrick también aportan un fervor enérgico.
Hay muchos momentos en los que los procedimientos se vuelven un poco ruidosos y las líneas se pierden en el caos. La reaparición de Haverson siempre es bienvenida después de esos momentos en los que el escenario se queda sin él. También hay un cameo descarado de un rostro familiar que residía en este mismo teatro no hace mucho como el fallecido Cyrus (no revelaré quién).
Está lejos de ser sutil y apenas intelectual, pero es muy divertido y es un final sólido para lo que ha sido otra excelente temporada de festivales en Chichester.