Tras una exitosa actuación en el Jermyn Street Theatre, Los londinenses solitarios ha regresado a los escenarios en la dinámica adaptación de Roy Williams de la novela Windrush de Sam Selvon. La obra captura las feroces luchas de los inmigrantes caribeños en el Londres de los años 50 mientras intentan encontrar su lugar en la ciudad.
Solomon Israel interpreta al carismático y encantador Moisés, un inmigrante que ha pasado la última década en Londres. Moses realiza trabajos esporádicos, intenta llegar a fin de mes, mientras actúa como mentor para los recién llegados que llegan a la capital. Lo seguimos a él y a sus amigos, cada uno luchando con sus desafíos mientras navegan por prejuicios raciales, dificultades financieras y aislamiento social en una ciudad que los hace sentir solos.
Galahad, interpretado con entusiasmo por Romario Simpson, es el recién llegado. Está lleno de energía, optimismo e ingenuidad mientras exclama que sólo ha traído su cepillo de dientes y su pijama. Sueña en grande, pero pronto se enfrenta a la dura realidad del rechazo y la discriminación y se encuentra con carteles que dicen: “No perros, no irlandeses, no negros”.
Tobi Bakare interpreta a Lewis, un personaje que se debate entre la valentía y la fragilidad oculta. Lucha contra el fracaso, lo que se vuelve más difícil cuando llegan su madre Tanty (Carol Moses) y su decidida esposa Agnes (Shannon Hayes). Completando el grupo está Big City (Gilbert Kyem Jnr), un estafador que aporta humor a la obra. Sus malas pronunciaciones de lugares emblemáticos de Londres, como “Padding Town” y “Hammer String”, brindan un alivio cómico en medio de la tensión subyacente.
A medida que se desarrolla la obra, las luchas de los hombres se vuelven más evidentes. Cada uno tiene un vicio (ya sea la bebida, el robo o la ira) que refleja tanto sus vulnerabilidades como sus intentos de afrontar los desafíos de ser un londinense solitario.
La camaradería entre los hombres forma el corazón de esta producción. Su conexión, ya sea compartiendo cigarrillos, ofreciendo consuelo o persiguiendo palomas en el parque, se basa en el respeto y la comprensión mutuos. Si bien sus defectos no se pasan por alto, lo que realmente resuena es su apoyo inquebrantable mutuo.
El elenco ofrece actuaciones brillantes, incluidos monólogos apasionados. Israel da un giro cargado de emociones en escenas retrospectivas con su expareja, Christina, interpretada por Aimee Powell, quien aporta una cualidad etérea al papel. Canta maravillosamente y ofrece una elegante coreografía con Israel.

Esta producción abraza el minimalismo mientras la dirección de Ebenezer Bamgboye garantiza que la atención se mantenga en los personajes. La sencilla escenografía de Laura Ann Price presenta siete cajas sencillas en el escenario, que ocasionalmente sirven como muebles. Encontré que algunas opciones creativas eran desiguales. Los cambios abruptos de iluminación, incluidos los fuertes efectos estroboscópicos, chocan con la narración, que de otro modo sería sutil. Además, las transiciones entre pasado y presente podrían ser un poco más claras. Estos elementos abstractos a veces distraen la atención del núcleo emocional de la obra.
Los londinenses solitarios explora la identidad, la pertenencia y la resiliencia. Lo más destacado es la dirección de movimiento de Nevena Stojkov, que captura perfectamente estos temas. Las secuencias coreografiadas en las que los hombres se apoyan físicamente y se levantan unos a otros son una poderosa representación de solidaridad.
La adaptación de Roy Williams ofrece un retrato auténtico y honesto de las luchas y la resiliencia de la generación Windrush. Si bien Londres puede parecer un lugar solitario, la obra destaca la fuerza que se encuentra en la amistad y la solidaridad.