Edward Albee ¿Quién le teme a Virginia Woolf? sigue siendo uno de los grandes retratos inquebrantables del matrimonio al borde del abismo. Nos lleva a través de una larga velada llena de licor con dos parejas cuyos barniz se agrietan para revelar la realidad que hay debajo. Oscuro y dolorosamente humano, este clásico de 1962 es tan brutal como divertido.
En el centro de la tormenta están George y Martha, un profesor de historia y su esposa, la hija del presidente de la escuela, una pareja enfrascada en una batalla de ingenio y heridas. Su danza tóxica se presenta con una intimidad sorprendente y su relación se muestra con una intensidad abrasadora que resulta incómoda y, a veces, insoportable.
Martha decide invitar a una pareja más joven, el profesor de biología Nick y su esposa Honey, a tomar más copas con ellos después de un evento de profesores universitarios. Lo que comienza como un cóctel atrevido se convierte en un apasionante examen de sus relaciones, de ellos mismos y de la verdad detrás de las tiernas mentiras que nos decimos a nosotros mismos para afrontar el dolor de las duras realidades de la vida.
Al igual que el matrimonio en sí, este drama de tres horas demuestra ser tanto una prueba de fortaleza como un compromiso, pero gratificante. Lo que se desarrolla en el escenario es una batalla de inmensas personalidades, cada una cargada de un voltaje emocional que crepita durante toda la actuación.

Los suntuosos diseños de escenografía y vestuario de Amy Jane Cook elevan y realzan la producción, consolidando la era de Nueva Inglaterra de la década de 1960, con una meticulosa atención al detalle. El diálogo está lleno de subtexto y, a medida que los secretos enredados de dos matrimonios van quedando al descubierto, queda claro que las palabras cuidadosamente elegidas de Albee han presagiado estas revelaciones desde el principio.
Semejante profundidad e intensidad psicológicas exigen un manejo hábil y, bajo la dirección de Cara Nolan, la producción logra exactamente eso. La combinación de un reparto magnífico (Cathy Tyson como Martha, Patrick Robinson como George, Tilly Steele como Honey y George Kemp como Nick) ofrece actuaciones de un nivel notablemente alto, cada uno de los cuales encarna completamente a sus personajes. Habría sido fácil dejar que los mordaces intercambios de la obra se convirtieran en melodrama, pero aquí cada línea se siente ganada y cada silencio cargado de significado. Cada argumento, agachadiza y broma cruel tiene peso.
Los personajes están completamente explorados y desarrollados, lo que da lugar a una obra absolutamente convincente. Esta producción no solo nos pide que observemos cómo se desarrolla el caos de las parejas; nos hace sentirlo. Hay mucho humor, pero es inteligente y considerado, del tipo que te hace reír en un momento y hacer una mueca al siguiente.
Esta interpretación es emocionalmente honesta y auténtica, lo que la hace difícil de ver en algunos puntos, pero ciertamente cautivadora en otros. Es una obra dura e intransigente, llena de giros, juegos y revelaciones, que va directo al hueso. Abordando la incomodidad con valentía y precisión, el resultado es una velada profundamente conmovedora y un recordatorio que invita a la reflexión de por qué ¿Quién le teme a Virginia Woolf? sigue siendo una de las grandes obras de los tiempos modernos.










